domingo, 29 de enero de 2012

ASESINATO DE FRANCISCO PIZARRO


“Viva el Rey, muera el tirano”(grito de los almagristas al ingresar a la mansión gubernamental de Pizarro)


Otro tema controversial en la historia del Perú, es el concerniente a la forma en  que expiró el conquistador español Francisco Pizarro Gonzales, hijo del hidalgo extremeño Gonzalo Pizarro y Rodríguez de Aguilar y la villana o campesina Francisca Gonzales motejada como "la Ropera", quien fue asesinado en 1541 por un grupo de almagristas, enemistados con Pizarro tras la ejecución de su líder Almagro "el Viejo" en la ciudad del Cusco el 8 de julio de 1538. Después  del asesinato estos almagristas llevarían al poder al  ahijado de Pizarro, el mestizo Diego de Almagro “el Mozo”, hijo de Diego Montenegro Gutiérrez (verdadero nombre de Diego de Almagro, ”el Viejo”) y la india panameña Ana Martínez.

Se sabe que Francisco Pizarro tenía por costumbre escuchar misa mayor en la Catedral todos los domingos, pero, el domingo 26 de junio de 1541,escuchó la misa en su casa, tal vez como medida de precaución por los rumores que hablaban de una conjura para asesinarlo o como dice el historiador Del Busto porque se encontraba resfriado. Ese día aproximadamente a las 12 del mediodía, cerca de una docena de almagristas comandados por Juan de Rada o Herrada y motejados burlonamente como “los Caballeros de la Capa” (porque según las cronicas, "la capa" era un símbolo de linaje pero tanta era la situación de miseria en que vivían que su turnaban la única capa que tenían para salir a la calle) abandonaron la casa de Pedro de San Millán ubicada en “el Callejón de los Clérigos”(hoy en día 3ra cuadra del jirón Carabaya) y dirigiéndose primero a la Catedral  y despues a la mansión gubernamental de Pizarro (actual Palacio de Gobierno) le dieron muerte en su recámara. Los nombres de estos almagristas serían: Juan de Rada, Pedro de San Millán, Cristóbal de Sotelo, García de Alvarado, Francisco de Chaves, Martín de Bilbao, Diego Méndez, Juan Rodríguez Barragán, Gómez Pérez, Diego de Hoces, Martín Carrillo, Jerónimo de Almagro, Diego de Narváez y Juan Tello.
Junto a Pizarro murieron sus pajes Tordoya,  Vargas y su hermano uterino Francisco Martin de Alcántara, mientras la veintena de  comensales que lo acompañaban, entre ellos el secretario de Pizarro llamado Antonio Picado y quien se dice puso el apelativo despéctivo de” Caballeros de la Capa” a los futuros asesinos, huyeron o se escondieron en distintos lugares de la mansión.
En base a las crónicas, cartas , testimonios y el minucioso proceso judicial que se abrió en Lima contra los asesinos almagristas en 1543, tras la batalla de Chupas donde los seguidores del gobernador rebelde, Almagro” el Mozo” fueron derrotados por las tropas del licenciado y gobernador Cristóbal Vaca de Castro, podemos afirmar que los  asesinos de Pizarro no solo tenían espadas, llevaban además armas como: ballestas, lanzas, cuchillas, partesanas, alabardas, puñales y que Pizarro antes de caer al piso tenía producto de la lucha contra sus agresores una serie de heridas en el cuerpo, siendo una de las más graves la estocada en la garganta, ocasionada por la espada de Martin de Bilbao. El estudio radiológico del cadáver de Pizarro llevado a cabo por la Dra Ladis Delpino  de Soto, profesora de la Universidad Cayetano Heredia, publicado por la revista peruana de Radiologia (vol. 3, num. 9) revela que el cuerpo y la cabeza de Pizarro, descubiertos accidentalmente en una cripta de la Catedral en el año 1977  y que desde 1985 descansan en la capilla de la Catedral,  presentan 16 heridas punzo cortantes producidas por sus atacantes, además de otras lesiones cicatrizadas que revelan aspectos inéditos de su agitada y azarosa existencia. A esta misma conclusión llega el arqueólogo forense sanmarquino Edwin Raúl Greenwich que durante año y medio dirigió a un grupo de especialistas en el estudio de los restos de Pizarro afirmando la existencia de lesiones de tipo cortante-penetrante y cortante- contundente, en el cráneo, vertebras cervicales, dorsales y primera lumbar.
Restos óseos de Francisco Pizarro analizados por el arqueólogo forense E. Raul Greenwich en presencia del señor Hernando Orellana Pizarro, descendiente de Francisco Pizarro  y, su señora esposa Antonia Saénz.

Aunque algunos cronistas como Gonzales Fernandez de Oviedo, Gerónimo Benzoni o  Pedro Cieza de Leon afirman que Pizarro murió de una estocada en la garganta. "El Cronista Mayor de las Indias", Antonio de Herrera al igual que los dos más grandes biógrafos peruanos de Francisco Pizarro como son Raúl Porras Barrenechea y José Antonio del Busto,coinciden en afirmar en base al análisis de numerosas fuentes y datos de primera mano que Pizarro fue ultimado con una alcarraza llena de agua que le diera en el rostro el almagrista Juan Rodriguez de Barragan, aunque las diferencias surgen en los acontecimientos previos de su último aliento.
Según  Porras Barrenechea:”Al escuchar el alerta del paje, el Marqués don Francisco Pizarro acompañado de sus fieles pajes y su hermano materno Francisco Martín de Alcántara el único de sus hermanos que estuvo entonces a su lado, el último en los beneficios y el único en el sacrificio, entró en su recámaraAllí se despojó de una larga ropa de grana que llegaba hasta los pies, se puso la coraza y salió con una partesana en la mano,que le daba un aire quijotesco .Llevaba al cinto su vieja espada de la conquista[…] ”Veni aca vos, mi buena espada, compañera de mis trabajos”-Y salio con ella a batirse con su denuedo indesmayable. “-Que desvergüenza tan grande ha sido esta de entrar en mi casa para me querer matar” -En la puerta de la cámara se batían desesperadamente Francisco Martín y los pajes. Pizarro acudió al combate gritando:” -A ellos, hermano, !mueran! que traidores son” -Pero ya los bravos muchachos habían caído en el centro de la sala y don Gómez de Luna, Vergara y Ortiz de Zárate estaban heridos. Francisco Martín, el pobre y noble villano, era el único que defendía la puerta. Pizarro acudió a él   en momentos en que se caía  y se puso a defender la entrada con brío juvenil  llamándoles de traidores y de felones y resistiendo solo a todo el grupo de asaltantes. Estos empujaron entonces, para que lo atravesase, a Diego de Narváez y aprovechando ese instante Martín de Bilbao le dió una estocada por la garganta. Y luego se echaron todos sobre él y le dieron de puñaladas y de estocadas hasta que cayó al suelo clamando: “Confesión ” En el desamparo de ese momento, sólo unas mujeres que vivían en la casa de Pizarro y eran trujillanas, las Cermeñas, se atrevieron a asomar a la estancia de la tragedia y vieron, aterrorizadas cómo el viejo conquistador,rendido ya en el suelo y expirante,hizo una cruz con los dedos y la beso con profunda devoción.
“_ ¡Confesión! “
Volvio a clamar en voz apagada el Marqués y entonces Juan Rodríguez Barragán, antiguo criado suyo y hombre de viles pasiones, tomó una alcarraza llena de agua y se la quebrantó en la cabeza, diciéndole:
“_ Al infierno, Al infierno os yréis a confesar”.
Resulta increíble saber, que durante muchos años se mostró en la Catedral de Lima los restos de una momia falsa como si fueran los restos de Pizarro hasta que en 1977 un grupo de obreros que hacían remodelaciones en los mausoleos en la cripta bajo el altar mayor de la Catedral descubrieron los verdaderos restos de Pizarro en una caja de plomo.

José Antonio del Busto en su obra,”Pizarro el Marqués Gobernador” dice: “Se hizo un anillo de atacantes en torno al gobernador…cuando se volvió a abrir para contemplar su obra, el Marqués estaba lleno de heridas y apoyado en el suelo; la mayor de ellas la había causado una estocada en la garganta.Pizarro caído sobre el brazo izquierdo, tenía el codo lastimado…trató de levantarse para seguir luchando.El Marqués todavía consciente, se desplomó sobre el piso ensangrentado. Sintiendo las ansias de la muerte, se llevó la  mano diestra a la garganta,mojando sus dedos en la sangre hizo la cruz con ellos, luego balbuceó el nombre de Cristo e inclinó la cabeza para darle un beso a la cruz…Entonces uno de los de  Chile quiso ultimarlo y tomando un cántaro de Guadalajara, se lo quebró en el rostro. El Marqués se desplomó pesadamente quedando quieto en el suelo”.  


Los testimonios dicen que una hora despues, Lorenzo Hernández de Trujillo y una mujer llamada la Cermeña acomodaron el cadáver en su cama, interrumpiendo en la habitación Martin Carrillo con varios almagristas con la intención de llevarlo hasta la plaza para exhibirlo en una picota, pero los ruegos del Obispo de Quito,Garcí-Díaz y otras personas influyentes impidieron que el cadáver se sacara de la casa. Entonces un antiguo soldado pizarrista llamado Juan de Barbarán subió el cuerpo por la escalera y lo devolvió a la cama, le puso el hábito de Santiago, le cruzó los hombros con un tahalí o tira de cuero y le puso en el pecho un bracamarte que no era otra cosa que una espada de un solo filo y curvada en la parte superior cerca de la punta. Luego le calzó una espuela de acicate; la otra se la puso su deudo Martin Pizarro. Dicen que María Lezcano mujer de Barbarán, se encargó de organizar el entierro.Toda aquella tarde el cadáver fue velado en secreto y , por la noche, aprovechando las tinieblas, descolgado en una manta, fue llevado a la huerta para enterrar.Junto a la Catedral, en el muro de la nave del evangelio y en un lugar que luego se llamó el Patio de los Naranjos,estaba ya abierta la fosa. Martin Pizarro, Barbarán y Baltasar de Torreglosa llevaron hasta a ella a los indios  y negros que portaban el cadáver. Se le depositó en el fondo del hoyo siempre con el Bracamarte entre las manos y se echaron unas paladas de cal; finalmente se decidió terminar de cubrir la sepultura con tierra del mismo suelo.


De los hechos queda claro que la estocada en la yugular no fue causa inmediata de la  muerte de Francisco Pizarro, siendo dicho corte una de las tantas heridas graves que le ocasionaron sus asesinos al momento de ingresar a su recámara y que su muerte se produjo por la jarra llena de agua que le reventara en el rostro el almagrista Juan Rodríguez de Barragán.
El monumento de Francisco Pizarro realizado por el escultor norteamericano  Charles Cary Rumsey pero regalado al Perú por su viuda, esta lleno de curiosidades históricas.Fue inaugurada en Lima el 18 de enero de 1935 durante el gobierno del alcalde Luis Gallo Porras colocándose originalmente en el atrio de la Catedral (véase en la foto de 1938), pero debido a las quejas de la arquidiócesis de Lima, movida en 1952 a un costado del Palacio de Gobierno, en el cruce del jirón de la Unión con el jirón Conde de Superunda. En el año 2004, el alcalde Castañeda Lossio ordenó su traslado al Parque de la Muralla sin el pedestal con que fue inaugurado, colocándose la estatua sobre una base de concreto.

Dedicado a Jackeline Quintana López

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